De alguien poco menos etéreo
a la prima donna de mi vida;
¡oh! Almea de caricias endosadas
y de miradas que confirman mi teoría estoica de nuestros besos,
antes de sentirme ajeno ante la realidad,
dame un beso de buenos días,
que yo me encargaré de convertir mi boca en tu epitelio.
Lugosky,
Santo Domingo, Miércoles 13 de Junio, 2007.
martes, 19 de junio de 2007
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